domingo, 24 de agosto de 2008

55 Días En Pekín

Días de verdad enmascarada, de sueños dilatados, de metas frustradas...

Días de rosas y vino, de muñecas de porcelana, de amores profundos...

Días sin noche, noches sin final y un final inesperadamente esperado con desesperación...

Días de ti y de mí, de los que son pero no están y de los que están pero no son...


Ya te dije que no sé la raíz cuadrada de los sueños,

que no conozco todas las respuestas,

que incluso a veces ni siquiera sé lo que siento,

pero lo acepto y no huyo de ello…

¿puedes tú decir lo mismo?


¿Hasta dónde podrías fingir ser quien no eres?

Se puede aparentar la paz, la felicidad y la calma, pero no se puede fingir estar en paz, ser feliz o estar calmado. No, no se puede, para qué nos vamos a engañar a estas alturas, con todo lo que me has engañado ya...

A veces se necesita algo más que amor, sobretodo de ese que tan fácilmente sale por tu boca y no se ve por ningún otro sitio…


Dices que me quieres mucho, pero no lo siento ni lo veo.

Quizá deberías quererme menos pero mejor.

Quizá me haya cansado de esperarte cuando tu cuerpo ya estaba aquí.

Quizá no te enamoraste de mí sino de quien tú querrías que fuera o sustituyera.

O quizá la temperatura es muy alta...


El calor es sofocante...

El rojo se derrite y se transforma en una mancha rosa...

las melodías se distorsionan en sonidos chillones e incómodos...

Las delicias no se saborean, se engullen...


En fin, lo de siempre: son distintas visiones cuando uno ve con los ojos y el otro con el corazón...


Desde los cerros de Úbeda con amor.





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